PORQUE EN LOS MOMENTOS EN LOS QUE ESTAS CON EL TE SIENTES EN LAS NUBES.
Y TAMBIEN, ¿POR QUE NO? EN LAS ESTRELLAS.
POR ESO DESDE ALLÍ GRITALE AL MUNDO QUE LE QUIERES Y QUE SIN EL NO PUEDES VIVIR.

Creces, experimentas, aprendes, crees saber cómo funcionan las cosas, estás convencido de haber en­contrado la clave que te permitirá entender y enfrentarte a todo. Pero después, cuando menos te lo esperas, cuando el equilibrio parece per­fecto, cuando crees haber dado todas las respuestas o, al menos, la mayor parte de ellas, surge una nueva adivinanza. Y no sabes qué res­ponder. Te pilla por sorpresa. Lo único que consigues entender es que el amor no te pertenece, que es ese mágico momento en que dos personas deciden a la vez vivir, saborear a fondo las cosas, soñando, sintiéndose ligeras y únicas. Sin posibilidad de razo­nar demasiado. Hasta que ambas lo deseen. Hasta que una de las dos se marche. Y no habrá manera, hechos o palabras que puedan hacer entrar en razón al otro. Porque el amor no responde a razones...